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En este mundo virtual donde (no)estamos vivimos más “in situ” que nunca.
La geolocalización se está implantando en nuestra cabeza como un chip. El marker se está convirtiendo en un elemento social.
Escribo esto como recuerdo, entre códigos y markers, me recuerdo a mi mismo que el único sitio donde estoy es aquí y ahora.
Búsquedas en google, agosto 2011
El retrato surge en las civilizaciones antiguas como manifestación del arte funerario. El propósito residía en conservar la imagen del fallecido de la única forma posible, perpetuando así una ausencia que sobrevive a través de su representación.
En la actualidad utilizamos una y otra vez nuevas técnicas que permiten inmortalizar nuestra imagen casi de forma compulsiva, desarrollamos y adaptamos este gusto fetichista a la par que los medios emergentes.
En una sociedad donde las fronteras para la definición de cualquier técnica o disciplina artística están en continua transformación, se puede generar cierta dificultad para hablar de algo tan específico como el retrato. Un término muy asociado a la historia de las artes plásticas, que aparentemente queda destituido de su uso tradicional. Nada más lejos de la realidad.
El progreso técnico nos ha llevado a una nueva idealización formal en nuestra representación.
Deducimos que un retrato es el resultado de una serie de convenciones vinculadas a la imagen, la identidad y la comunicación en determinado contexto. Algunas de estas convenciones se vuelven insustanciales, atisbando los nuevos problemas artístico-culturales fruto de la infoxicación.
Sociedad y cultura transforman el concepto, siendo simultáneamente la representación de un sujeto en un tiempo determinado y el tiempo determinado que define al sujeto. Cada época indica como es nuestra imagen y nuestra relación con ella.
El retrato digital ya no se preocupa por representar una imagen individualizada, si no por estudiar las posibilidades del lenguaje que constituye esa imagen dirigiendo una mirada al exterior en busca de puntos de confluencia entre experiencia e individuo.
Sin embargo, esto no significa que la imagen generada con datos informáticos posea un discurso en sí misma cual producto tecnotópico, donde la técnica se idolatra sin prestar atención al contenido. La diferencia reside en el cambio de la estructura con una intención previa, de este modo el lenguaje adquiere un nuevo significado que se articula con el concepto.